jueves, 21 de junio de 2012

El periplo de Benedicto XVI dejó un sabor agridulce (ENH)

El periplo de Benedicto XVI dejó un sabor agridulce (ENH)
Reacción mixta a la visita del Papa a Cuba 

La visita del Papa Benedicto XVI la semana pasada a Cuba dejó atrás una estela de opiniones encontradas sobre su significado y posibles repercusiones en la isla de gobierno comunista.
Los analistas están de acuerdo en que tomará tiempo para ver los verdaderos resultados incluso de las partes más concretas de la visita, como la solicitud que Benedicto XVI le hizo al gobierno para permitir el regreso de las escuelas católicas, confiscadas por el gobierno ateo de Fidel Castro a principios de la
década de 1960.

Todavia más tiempo tendrá que pasar, añadieron, antes de que se pueda ver el impacto de los comentarios del Papa en temas más amplios, como la necesidad de libertad y la reconciliación de los cubanos de la isla y del exterior.

Cinco años después de que el Papa Juan Pablo II realizó su histórica visita a Cuba en 1998, los jueces castristas sentenciaron a 75 disidentes pacíficos a 28 años de prisión en una dura campaña contra la oposición, conocida en la isla como la “Primavera Negra”.

El viaje de Benedicto XVI a Cuba, según la versión del Vaticano, estaba diseñado para respaldar el esfuerzo de la Iglesia en Cuba por abrir nuevos espacios para su trabajo social en la isla, mientras reconocía los recientes gestos amistosos del gobierno hacia la Iglesia.

Pero sus dos homilías y tres discursos, además de los dos discursos del gobernante Raúl Castro durante la visita de tres días, provocaron reacciones entre los analistas que fueron desde un efusivo optimismo hasta una profunda decepción.

“En esa Plaza (de la Revolución, en La Habana),. con esos micrófonos que sólo han sido usados por los Castro durante 53 años, el mal le cede el espacio a un hombre que llega para hablar de la libertad”, dijo Dora Amador, una activista católica de Miami.

Lo que es más, los muchos cubanos no católicos que asistieron a las misas papales en La Habana y Santiago de Cuba participaron en “un hecho evangélico sin precedentes”, afirmó. “Uno no sabe en qué corazón se sembró una nueva fe”.

“El resultado de la visita del Papa no se va a ver hoy, no se va a ver mañana, pero me atrevo a decir que fue extraordinario”, puntualizó Amador, quien no solicitó una visa cubana para ser testigo de la visita de Benedicto XVI porque La Habana le ha negado los permisos de entrada en dos ocasiones anteriores.
Joaquín Rodríguez, un sacerdote cubano en la iglesia de San Martín de Porres, en Miami, dijo que Benedicto XVI lo hizo bien en su misión de “apoyar al pueblo cubano y alentar al gobierno cubano, con respeto, pero con firmeza”, a mejorar la sociedad en la isla.

Pero agregó que si Raúl Castro fuera Pinocho, “su nariz hubiera llegado a la otra parte del aeropuerto” después de que dijo que su gobierno compartía valores morales con la Iglesia, poco antes de que el Papa partiera de regreso a Roma.  “Ese lugar es una cárcel”.

Julio Hernández, un partidario en Miami del Movimiento Cristiano Liberación, del disidente habanero Oswaldo Payá, dijo que estaba complacido de que el Papa hablara tanto de los abusos en la isla como de la necesitad de reconciliación de “todos los cubanos de todas las orillas”.

Las palabras de Benedicto XVI al gobierno, agregó Hernández, mostraron un firme estilo de tratar con temas sensibles que fueron diferentes del estilo de “algunos” de los jerarcas de la Iglesia en Cuba.
El comentarista radial de Miami Max Lesnick, quien viaja con regularidad a La Habana, escribió que los ganadores de la visita fueron “Cuba, su pueblo, la Iglesia, el Papa, el Vaticano y el gobierno cubano” y “los perdedores fueron los que trataron de sabotear la visita del Papa a la isla… levantando consignas de
odio”.

Sin embargo, muchos de los analistas contactados para esta historia alegaron que la visita de Benedicto XVI hubiera sido mejor si se hubiera reunido con los disidentes cubanos. El Vaticano dijo que su programa estaba demasiado lleno, pero Benedicto XVI hizo espacio para una visita no programada de 30 minutos con Fidel Castro.
Benedicto XVI tampoco dijo nada en publico sobre los más de 250 disidentes arrestados para mantenerlos alejados de los eventos papales. Ese fue el caso de Martha Beatriz Roque, quien dijo que 20 agentes de la Seguridad del Estado la bloquearon durante tres días dentro de su pequeño apartamento.

Roque destacó que ella era uno de los 750 disidentes que firmó una carta urgiéndole a Benedicto XVI a cancelar su viaje porque era seguro que el gobierno iba a arrestar a disidentes en toda la isla en preparación para la visita.

“Hay que esperar si esto dio resultados”, dijo el jueves Roque a El Nuevo Herald. “Pero la estela de represión que ha dejado no es recompensada por nada que pueda haber ganado”.

En un editorial titulado “Una responsabilidad traicionada”, el blog Diario de Cuba denunció que “queda claro después de esta visita que quienes lideran la Iglesia están dispuestos a servidumbres varias con tal de ganar terreno”.

“El catolicismo, según lo interpretan ellos, parece básicamente interesado en los asuntos de la Iglesia y conlleva una peligrosa tendencia al concordato, no importa cuanta democracia haya que echar de menos”, agregó el blog con sede en España.

Otra que criticó la visita fue Bertha Soler, líder de las Damas de Blanco, quien había pedido repetidamente “sólo un minuto” para reunirse con Benedicto XVI. En cambio, ella y su esposo fueron arrestados el miércoles durante más de 13 horas para mantenerlos fuera de la misa en La Habana.

“Sabemos que [el Papa] vino para un acercamiento entre la Iglesia y el gobierno, pero no escuchó a su rebaño, a los marginados, a los oprimidos”, dijo Soler a El Nuevo Herald.

La visita fue “manipulada” por el gobierno para su propia ventaja, agregó, “pero aunque no nos sentimos a gusto con lo que sucedió, no vamos a perder la fe o el amor por Dios”.

El lunes pasado, el día en que Benedicto XVI llegó a Santiago de Cuba, el vicepresidente cubano Marino Murillo, a cargo de las reformas económicas de Raúl Castro, dijo rotundamente en una conferencia de prensa que “no habrá reformas políticas en Cuba”.

El arzobispo de Miami, Thomas Wenski, declaró con más optimismo después de regresar el jueves de Cuba que el viaje de Benedicto XVI tendrá un impacto positivo, pero pidió paciencia.

“El Papa no puede hacer en un día lo que los cubanos no han sido capaces de hacer en 50 años”, dijo.

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